REDES FUNCIONALES COLABORATIVAS

Se expone en el presente ítem la metodología y la estructura conceptual para la construcción de la red por departamento, los resultados se muestran por territorio de acuerdo al procesamiento de la información para cada caso.

Para introducir la gestión de redes como mecanismo dinamizador del ejercicio de gobernanza circular territorial se usa la metodología del modelo genérico de redes colaborativas conocida como ARCON (A Reference Model for Collaborative Networks); donde se identifica en función de esquemas de colaboración, las interacciones que se pueden instaurar entre los actores clave planteados bien sean desde el nicho o en el sistema socio-técnico. El modelo ARCON facilita la modulación, formulación y concreción del potencial de la omplementariedad de las competencias de los actores clave interactuando en esquemas de colaboración, trasferencia de conocimientos y construcción de habilidades bien sea a nivel de los elementos endógenos (intereses propios - misión o rol que desempeña el actor), mejorando sus procesos, habilidades y/ o competencias u optimizando los niveles de relacionamiento, interacción u aporte con su ecosistema exógeno: el territorio, sistema socio - técnico.

En primera instancia, es importante notar entonces las necesidades de modulación teniendo en cuenta las metas que se quieren lograr en conjunto con los actores de la red. ARCON es una herramienta de modelación, principalmente utilizada para definir niveles de gestión con respecto a la colaboración y las dinámicas adjuntas. La necesidad de modular es clave para percibir un grado de planeación y monitoreo, derivado de una gestión metodológica y una comunicación centrada en la formulación de escenarios de interacción. A partir de ello, se pueden establecer dinámicas de trabajo, entender las motivaciones de los participantes, plantear esquemas de compromiso y proponer herramientas de gestión que satisfagan y aprovechen los recursos tanto externos como internos de las redes. Por otra parte de acuerdo a lo expuesto por Corrigan (2010), el compromiso para el cambio sistémico (transición a EC) debe en la medida de lo posible, tener una visión o propósito compartido que puede ser el núcleo que transforma el sistema; si los actores activos comparten responsabilidad, beneficios y copropiedad, facilitará la sostenibilidad de las iniciativas que se desarrollen en conjunto para motivar un cambio significativo. El desafío entonces esta en hacer tangible la transformación con el diseño de un proceso tan completo como el sistema en sí mismo (Ver figura de abajo).

Cada uno de los anillos del sistema socio-técnico es un módulo donde se puede localizar al actor; al reconocer la diversidad de los actores y las estructuras en las que pueden ser involucrados, el círculo facilita la asignación de su rol desde el escenario colaborativo, y representa un espacio para dar claridad al colectivo. Una vez reconocidos los segmentos del sistema socio-técnico donde se va operar la gobernanza territorial para la transición hacia la economía circular; se incorporan elementos previamente identificados, producto del entorno participativo que fue dinamizado con los actores. Se reconoció entonces, además del actor clasificado por hélices, que esta distribuido por el sistema socio-técnico, y que de acuerdo a su capacidad y competencia, puede operar desde los diferentes segmentos, articulados bajo otros elementos que tienen un nivel mayor de gestión asociado al segmento o anillo.

Atendiendo a los elementos conceptuales planteados con anterioridad, los actores del sistema socio-técnico, gracias al rol que desempeñan pertenecen a una hélice y se localizan en el territorio en consideración al segmento al que pertenezcan, buscando la implementación de acciones de gestión o de operación. Se reconoce además, motivaciones del actor, que hacen que se articule por un interés común para atender una problemática. Son los actores entonces, los principales agentes del cambio, y por tanto la versión individual, micro del impulsor.

Existen otros nodos de planificación, que como fueron reconocidos en el taller dos (2) se describen como pilares, retos e iniciativas. Estos amplifican la versión del impulsor, al conformarse por la suma de ellos en torno a un interés, que puede ser operativo con iniciativas puntuales a implementar en el territorio, donde se materializa la transición hacia la EC; o puede ser táctico donde se promueve la transición desde el reto y estratégico donde se administra, proyecta, normaliza y gestiona las acciones hacia procesos circulares y se fundamenta desde el pilar. Elementos que se constituyen impulsores desde el segmento donde se ubican, articulan o cohesionan los actores.

Al buscar la activación del actor, para que participe, lidere y fomente acciones hacia la transición en EC; se establece una representación de una manera en la que se pueda canalizar los esfuerzos y mantener unida una iniciativa a medida que el trabajo se amplía. Se toma en consideración el postulado de Corrigan (2010) frente al compromiso participativo del actor en escenarios de cohesión, dado por cuatro patrones que tradicionalmente se usan para organización: el círculo, que representa los cimientos y la estructura para la reflexión, la asignación de roles, con un centro compartido y un liderazgo por igual para quienes participen; el triángulo, que es una representación jerárquica y una forma eficiente de pasar a la acción, desde una visión ampliada con un propósito central hacia varios colaboradores que pueden materializar un proyecto; el flujo, llevando el tránsito de recursos (entendidos como medios o requerimientos), desde el centro hacia todas partes del sistema; y la red, que es la forma emergente de organización de los actores, conectados de innumerables maneras, accediendo a recursos, ideas y apoyo de fuentes que ya se encuentran canalizadas.

Los anillos del sistema se asientan sobre un interés colectivo y se transmite la intención a los triángulos de acción; se centraliza el direccionamiento, se catalizan las necesidades y oportunidades del entorno, y se ejecutan las acciones. La red principal (relacionamiento de primer orden - exógeno) que une los impulsores o nichos en cada nivel de gestión u operativización son las barreras o puentes determinados por factores de gobernanza en el ejercicio participativo; adicionalmente, la representatividad del actor se evidencia en función de los flujos y vehículos para la implementación de la economía circular; con eso estos serán los elementos del relacionamiento de segundo orden endógeno, del actor asociado o articulado al impulsor de mayor nivel.

Cada círculo en el sistema socio-técnico al interior de los segmentos es un nodo de acción al que se le reconoce como impulsor o nicho; de acuerdo a las consideraciones previas puede ser un actor en su versión más simple o un conjunto de actores clave que se cohesionan en una estructura funcional denominada pilar, reto o iniciativa para un objetivo en común. Las entradas y las salidas del sistema son dinámicas, depende de los intereses, los actores, el grado de relacionamiento y se podrían considerar como la capacidad instalada y los resultados de la colaboración, situación en función de los actores activos en el sistema. En consideración a la estructura funcional, el nicho encuentra su accionar particular y desarrolla estrategias de cambio e interacción con el sistema socio-técnico, los nichos generan el andamiaje para la gobernanza, establecer y atraer actores clave para asignar tareas entre los miembros del nicho y medir las viabilidades operativas con respecto al sistema socio-técnico.

Córdoba Inteligentemente Circular